Hay restaurantes que sencillamente te sorprenden a todos los niveles: estético, creativo, cualitativo, cuantitativo y emocional, este es el caso de Show Plate & tapa…
En una callejuela poco transitada en la zona alta de Barcelona (Calle Reus, 22; cercano a la maravillosa Calle Mandri, una de mis favoritas de la ciudad condal, como os he comentado en diferentes ocasiones) encontramos este típico local “de barrio” de esos de menú elaborado por la señora del jefe, que borda los guisos y los platos combinados…
…aunque solo de puertas para fuera, ya que Show Plates es un restaurante especializado en tapas de diseño, en recetas clásicas pero de alta cocina, de servicio con estrella, pero a un precio asequible y con la cercanía del que podría llamarse “Bar Juanito y Loli”.
Lo primero que sorprende es que en la barra no se sirven “quintos” y copas de vino peleón, sino que un auténtico mixturologo prepara cocktails que le han valido galardones internacionales, lo segundo, el formato de la carta: un ticket de caja real.
Las propuestas del menú, que van de unas clásicas bravas (o incluso chips), sencillas anchoas del Cantábrico o a un rabo de ternera magistralmente guisado, o bien unos ravioli rellenos de morcilla presentados a la asiática cual Dim Sum.
La degustación con la que pudimos deleitar nuestros paladares y obra del chef fue (tras unas tostas de una creativa mousse de arbequina casera, para abrir boca) desde un pulpo a la gallega reinventado, un tataki de atún que se deshace en el paladar.
Siguiendo con un mollete de cerdo (bocadito que nunca había probado, típico del sur), un carpaccio de bacalao con su tomate rallado y olivada o la sorpresa del chef: un risotto de cocción perfecta con ceps y Parmesano, todo regado por un blanco con carácter, aconsejado por la maravillosa maitre Raquel.
Para termnar, un cocktail de violeta que nos ha hecho evocar a la época en las que la bisabuela nos regalaba los caramelos de esta flor del pensamiento, devolviéndonos a la infancia, aunque acompañada por un vodka cítrico que nos recordaba que tan niños ya no somos, aunque nos cueste asumirlo.